viernes, 14 de agosto de 2015
Al Observar El Ala
Veo el ala con que ha descendido por la nuca,
el clarear del alba en una espumosa bandera
desde la cual ceñiase el espìritu a los polos.
Tomo el enjambre de ese grillete en las gasas
rodeado por el mar, por ese oceano de juguete
en el sueño, el aspa allì dedicada al musgo y la
iridiscencia, en una playa donde las
balaustradas teñìan de adoquines
una historia de sargazos; el reflejo del minarete
un amanecer de soplos
emparentados con el brazeo y las mariposas.
Observo la antiguedad
el sol de un libreto en una cascara de cobre,
una pira en las manos; para quièn?
un antilope leyendo en la brea la historia de
los simios; fue una noche de zigzagueos donde no
todo era tomado por los ojos.
Muelles de clausura para una alborada.
Eran muelles de polvo, cuando los dioses tomaban
nuevamente el camino de la albumina, encerrados en la
brisa como los baules.
Veo el ala, el tiempo de las planicies,
la raìz de sus arrecifes en su corazòn sigue llamando
este amanecer a aquellos hombres que aguardaron un navìo
en la niebla.
Anunciado desde lo lejano por la infancia de las
herraduras.
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