sábado, 29 de agosto de 2015
Imposibilidad
Te he hablado de un poema.
De un poema al borde del dirigible.
Con sedimentos y criaturas gaseosas.
Un poema que posea las entrañas al fìn del
ocaso, con legañas y dientes sumados a una hoja
llena de meridianos, perihelios y truenos como los que
arrastra al fin del verano una serpiente camino de regreso
a las selvas para transformarse en obrero.
Un poema lleno de civiles y profecìas.
Uno que pueda ser digerido como el eter en el aire por
el pico de un halcòn y que en ese momento abandone
una palabra dentro de aquel aire.
Un poema que sea el aquelarre de una ràfaga.
Una rafaga de maquetas y prototipos, de quimicas
como una bolsa en las uñas de los cefiros.
Que tenga siluetas de cuchillos, un poema que se
retuerza dentro de una escarapela hasta la llegada de una
mandibula llena de escarcha y elasticidad como los
plasmas.
Te he mencionado ese poema tan cerca del abismo.
Cuando las cosas que estàn hechas de papeles inundan tu
casa de leche con esferas de alambres compartiendo lustros con
la nieve o de nuevo un estertor de brillos en el pavimento
nos lleva hacia inmensas claridades con las sienes,
en una ilusiòn donde el entendimiento siembra
por la noche en cada herida del oceano
una rada de nueces.
He hablado de un poema, de uno que continùe
las ceremonias que el maleficio propulsa en el rostro del
buho, atendido por un circuito de magnesio.
Por una pagina de bronce.
Donde otros rituales de acero se agitan para sostener
ese poema del cual hoy escribimos.
Y no logramos hallar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario