viernes, 7 de agosto de 2015

El Ritual de Muselina




La noche como un limòn sobre la mesa.

Una oraciòn de agua al borde de los tulipanes
nos dice que es cierto.

Una fermentandose entre aquellos tulipanes con
otras estrellas.

Los santuarios desnudan una de esas estrellas 
que es roja hasta transformarse en iguana.

Las veredas construyen el amanecer.

La gema del rìo es la soledad del dirigible.

El venado apuesta al aire mientras la espuma percibe
un rodeo de plata.

Memoriza el espliego el tropo que es borrado
bajo palmeras de lenguajes y fragatas de verbo; algunas
ubicadas en el sueño.

Algunas tomadas de los bucles y el resplandor
desde los cuales una casa emblema postigos o lamparas
noches de runas como dias aciagos de otoño en un
redil, donde tambièn la hojarasca muestra las entrañas.

La noche como un llamado de la nube.

Los ojos que duermen y avisoran en un puerto, 
los mausoleos donde los frutos fantasean entre lo profano
entre màgicas alamedas de naipes, donde algo como
la soledad se oscurece, algo como la soledad
identificando sus palabras entre nombres de idolos; espeleologos
de arcanos rituales entre la muselina; espeleologos
de fosforescentes recuerdos entre la niebla, cavilando en una
flor, cediendo a porticos, a naves de sal sobre un lirio...

Donde las silabas gritaron el nombre de los horizontes,
antes que el de los animales y la hierba.



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