Nos preguntamos porquè la flor se hizo blanca.
Porquè mantuvo las mismas estrellas del verano
anterior.
Porquè en ella el sacrificio del polen seguìa siendo
el mismo diariamente.
Y nos preguntamos porquè el norte es dialèctico.
Porquè nos alimentamos a diario de casas amarillas.Porque el viento cuando se estrella contra las murallas
despierta màs de una grieta.
Por el amor desde una casa de arena donde cantan
las cigarras.
Interrogamos por ese oceano que se sumerge en la
tierra para renacer tocado por la brisa.
Volvemos a preguntar por esa flor que es blanca si en
alguna parte de la noche un color rojo aguarda y nuestro
aguardar posee la misma trama de una estalactita, el
mismo torpor.
Encendemos un cuchillo en la hora de las alabardas
devorando el cielo.
Despertàmos en el cieno de los tulipanes carcomidos
por la marginalidad del roble.
Pero seguimos preguntando por aquella residencia de nieve
que guiaba a los ecos.
Percibiendo bajo esa pregunta que la flor seguirà siendo
blanca este invierno.
Y que tendra que llegar mas de un hombre, para que pueda
conocer el color rojo.
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