domingo, 16 de agosto de 2015
Palabra
He vivido hasta la ùltima palabra.
Aquella que se ciñe al àrbol con un sol completo.
He llegado a ella como quien logra desvanecerse en
medio del eter, esperando al menos visionar una
parte de sus entrañas.
Pero el eter en ella tan solo se desvanece.
Hasta la ùltima. Quizà no siempre fue asi.
Recuerdo en algùn momento haber sido un poco
semejante a lo que ellas en principio formaban, es
decir una silaba.
Por lo tanto yo caminè por las calles con una sìlaba y si bien
no recuerdo ni la figura ni el nombre de tal silaba, sè que
està adherida a uno de los troncos de los àrboles
donde toda mi adolescencia fuì una especie
de pàjaro en relaciòn a mi mismo, un esoterico pàjaro que
comprendìa muy poco el cielo cuando a travès del
vuelo mordìa en èl.
Igual como lo hacen aquellos.
En ese sentido el cielo es tambièn una silaba.
A ninguno de nosotros nos toca interpretarla.
Y siempre se perderà entre aquellos seres que hoy
muerden el cielo.
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