domingo, 16 de agosto de 2015
Psicoeròtica Flor
El oceano avanza a traves de una puerta que
pacientemente abre otra. Es una habitaciòn de
extraños eventos de paramedicos; la sirena a lo lejos
despertandonos de esta habitaciòn y conducionos a otra
que se halla en otro espacio. El suelo; pavimento de
seda y brea en conjunciòn -por ahora- indefinible,
heca de bulbos raquideos, tambièn de lapices y
hasta la llegada de este momento, un vacìo
donde informalizabamos.
El oceano avanza. Constatemente nos muestra su piel,
intesamente es latinoamericano, psicoeròtico como
la flor, latifundista y terrateniente entre los goznes, en
el polvo, casi moderno a la hora de definir sus entrañas,
coloreado por techos y escudos de perdigones en los
lados azules de sus esquirlas.
Y ola tras ola -aquel oceano- escribe en la sal. Ola tras
ola toma los cuadernos de una raya en el cuervo, las
superficies de una andanada en el pulso, donde escama
tras escama el pez tambièn vibra de manera feromonal
al desnudarse; como lo harìa un apocalipsis o una
torre de babel en las manos.
Ese oecano sintètico, psicoeròtico como una flor,
anteponiendo las masrcas de sus dientes en su piel a las
de las multitudes, horadando en sus labios porque
ya no somos capaces de decir nada con ellos.
Fuselajes y tordos, navegando sobre sus superficies,
ritmos de avenidas avanzabdo entre sus crestas espumosas,
cordilleras de quiromanticos continentes en sus nucas.
El oceano avanza con su hebilla derecha en el pecho; pulso
nada màs de otra unciòn.
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