viernes, 28 de agosto de 2015

Poema






Recuerda que siempre escribe.
Lo hemos visto cuando pasa por la arena 
con un cuaderno en las manos. Con un lapiz.
Que sus palabras son de arena o no. Y lo
hace interrogando un dìa, bajo lunas de 
aterradores animales y domèsticos peciolos.

Un astro duerme. Tambièn escribe. Lo hace
de alguien que llega a una peninsula. Alguien atado
a sus huellas de manera actoral, como sus ojos
alguna vez a un anfiteatro. El que escribe dedica
nombres enteros de plusvalìa dedicados a esa
tragedia.

Modelos de estambres amarillos son citados.
Ciudades de tierra en el olvido de una casa, de una
intensidad. Una noche cruza lo febril de ese que
escribe. Tiene una gota de barco en sus labios.
Todo èl es casi un poema estructurado por
una langosta.

Y ante ello, lo ùnico que decimos es que alguien
escribe. Que es diario en sus embarcaciones.
Dorado como el tiempo de una grieta en 
las manos, contrarrestada sòlo por un
voraz archipielago donde se hallan las grevas, la 
hiedra de un mamut vertical.

Escribe. Es alguien que teoricamente puede
ser una nave.

Es una nave hasta en lo màs profundo del sueño.

Porque sòlo en lo mas profundo del sueño
se despierta.









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