sábado, 15 de agosto de 2015
El Levitar de los Satiros
Nos vemos, la historia en ti es la misma, el
corazòn rampea por pedazos a un mundo
sin nombres; el idilio abre su cuneta de
sagrado cirio, avisorando un tordo.
La luna es de triàngulos en las estepas.
La noche sigue a los tigres con universos de
naipes en sus preàmbulos; las tijeras se
enredan en sus antitesis.
Piramides de cicatrices despiertan a los hombres
de sus heridas. Palabras como desierto y oido
se arrastran sobre los calendarios, entre ruidos
de funebres escaleras.
La historia teje un pez en sus legañas y entre
orbitas de antiguos crateres, llenos de lagartos,
parpadea el semen.
Lirios de mineral esquivan los lampos,
la colina del monje camina a los adioses con
àngulos de ojivas donde la sal duerme.
Hablamos, esta es nuestra razòn
despuès del diàlogo y el nervio.
Y ese es el mundo que dejamos en las huellas,
el atardecer de huellas, de residencias con
el horario de una albufera en los guijarros.
Y preguntamos por el nombre que se extiende,
por el nombre decapitado en el amanecer por
un verbo que se desfiguraba en los patios.
Los mares encienden una cadena ahora; un
eslabòn de sed en la boca nuevamente desnuda
las maderas de un arpa luminosa.
Y entre encrucijadas de esferas
levitan tal como lo esperabamos los satiros.
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