jueves, 27 de agosto de 2015

Las Locomotoras en el Pecho





El uso de la luz es diurno. Lo afirma una hoja.
Entonces nosotros cerramos los ojos para descubrir
otra vez la oscuridad y contrastarla con aquella.

Nosotros somos cuerpos que se retiran
del nombre. Y tambièn retirandonos del martillo
que cimbrea en la huella del dòn, asumimos una
extensiòn de la euforia, que vuelve sinfònica
desde alguna orbita.

Nucleos que desde solidos pàjaros regresan un
metodo antropomorfico, junto al eco donde resuena
el cuello del primate como un rascacielo; gràfico 
igual a un dìa de ceràmica y la margen de un rìo
hipocondriaco en el versatil sesgo.

Calculos de antepasados junto a una estrella,
cortezas de zocalos desarrollando una pared, un
analisis, un mundo que fuera sintètico como el rigor
del plasma o el sonido antediluviano de una cresta
al reventar en la orilla.

Escepticas regiones de liquenes, donde eminentes
constituciones de elixir nombran epocas de
materiales y zodiacos para los bodegones, donde el
estuario une la experiencia con la arena por
la noche.

Lleno de piedras y locomotoras en el pecho.





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