viernes, 4 de abril de 2014
Astromèlicidad
Era el ave y un recogimiento.
Dos cosas: una pauesta en el alba junto
a la otra. Al ave podìamos reconocerla por un
cielo incendiado por puas. Al recogimiento
por la resurrecciòn de los satèlites.
Una incomparable en el miedo.
Acechando corazas y galpones. Escribiendo
ante el instinto y su voracidad. Escribiendo de amor
por si fueran posibles las estopas, los sordidos
dados de aluminio y por si fueran posibles
las ventanas, por las cuales las constelaciones
inspiraron a los remolinos.
Craneos de mariposas asesinadas por la lluvia.
El diàlogo de fuego en un cubierto.
El tenedor ofreciendo una sombra de vestigio.
La iridiscencia hoy volatil como un genero
regresa al itsmo con la hipotesis del pentagono
en la nuca y en èsta, la ciudad con su ceremonia
de saltos donde jamàs vivì.
Donde nunca llevè mi animo en superlativo.
Sòlo un temperamento llegando del caudal y los puentes.
Un dìa de verano solo, un feretro donde
la pocima del reflejo
dormìa desesperamente en su astromelia.
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