sábado, 26 de abril de 2014
Canción de Hipodrómos
La botella es de aire.
Hay otra que guarda un presente de selva.
Una ascendente inclina su cuadratura al desmayo
y los accidentes: ya que son linguisticas deben
ser oraculo de lo literario.
La que continua se formó al lado de una bolichera.
Parte de su corazón es de vidrio, por lo tanto millones
de astillas tuvieron que unirse. Yo pienso en ellas con el temblor y el
cuerpo. Las medito como criaturas con escalas de gama
en los labios. También de alfa para edificar
palabras. Extrañamente lo que es texto
ha crucificado en ella unos labios.
Puede la silaba hablar de textualidad ahora
que agoniza en el canto algún gallo.
Pero menester es volver a una botella y no tiene porque vivir.
No tiene porque caminar bajo la lluvia como un tú o un yo.
Basta que piense en cómo se tensan los ruidos mas
altos. Cómo se suspende el universo
a lo lejos.
Hay un velero que duerme preparado para sentenciar en ello.
Una sentencia es una hormiga alargándose. Un craneo
que es abándonado por la sangre. Rodeada de trenes
o practicas eufémicas con los automoviles
entre piras de endodermos. Eso es una
sentencia mientras recito en un cuaderno de
mi calle hasta le llegada de otra
forma.
Y lamentablemente o no. Las botellas escriben
sólo para los hipodromos.
Guillermo Paredes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario