miércoles, 16 de abril de 2014

El Acantilado de la Araña






El nihilismo de la naturaleza es el acantilado
de la araña.

Alguna piramide esconde misteriosamente
esa anarquìa.

El rìo por lo tanto diversifica su intensidad
entre los pàjaros.

El hombre llega a ese laud con la presiòn
de un cazador.

La escencia se aleja de las primaveras
con eroticos equipajes.

Algunos nudos son de porcelana en su
rostro y emperdibles.

Los tomos y las piras serpentean en
una colina.

Al lado de la inmensidad hay trapecistas
de barro.

Todos proceden de radas con abominaciones
de estampas: irònicas santabarbaras donde
astronomìas y templos vuelven a la crispaciòn.

La rama nuevamente es goteo del libro
al ascender en la espuma.

La perversidad brilla como una estampa
de sedientos muecines con maquinas en
sus cabezas.

El lienzo de gasolina y prolipopileno...

Nos dice que el jardìn es tambièn
una fabrica.

Donde muere silenciosamente
un obrero.



Guillermo Paredes

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