martes, 15 de abril de 2014

Poesìa






Hemos visto a la vida caminar por el agua.
Nos hemos encontrado con manantiales dentro
del oceano y hemos bebido allì de ellos.
Robamos archipielagos a ese oceano para recordar
que es en el mar donde sucede la vida.

Hay que asumir que somos liquidos obviamente.


Pero cuando vemos estas cosas es menester llevar
un poco de sangre en el oido. Vivir foneticamente 
como lo hace una causa en el tambor, caminar a un lago 
o ser un susodicho del mal, uno que yerra en
la noche del profeta, ese que el viento y sòlo
el viento deja morir en los acantilados.

Y los acantilados nos deben muchas sombras que
no pudieron caer con sus vidas.

Las sombras viven màs que los cuerpos.

De ello hablamos con los girasoles
ahora que vemos un cuerpo rodar desesperadamente
por un precipicio...

Un cuerpo del cual toma distancia la sombra.


Hemos visto caminar a la vida
por el agua.

Una vida dejando su misteriosa
estela entre la superficie.


Una que no sabe que en los acantilados los 

hombres mueren.

Pero no sus sombras.





Guillermo Paredes Mattos




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