sábado, 5 de abril de 2014

Poema







Sembramos un dìa porque
no era alcionico.

En èl, construimos febrilmente hasta
encontrar una espiga.

Lucidos como astrofisica que sale a pasear
con su abeto alunado.

Entre lechos de pinzas, disecamos la silaba
con agujeros negros y enfermedades en
los hombros.

Observamos que un feretro era el escolio.

Y tambièn observamos flores que
son inundaciones a la par de equinos con
grandes fenòmenos de griales.

Los dìas eran sexuales.

Besaban herramientas de pus donde se 
tejen las màs secretas orbitas; un crimen
de tal a en mayusculas para cruzar la pista
un personaje elemental de salitre
con escencia de zoologicos
y temperaturas de 
grandes monumentos.

Allì las luces vuelven a ser creadas como
victimas y radares de tropicos,
traen el inverosimil  yugo del crisantemo
doràndose en un incendio aislado
que baña los puentes hasta convertirlos
en ceniza.


Retratamos un tallo.
Su respiraciòn aùn teje los cielos
con la misma madeja de hace 
siglos.

Aquella milenaria.

Y silenciosamente invisible.






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