viernes, 25 de abril de 2014
Prologos
En cada desfiladero siempre descubrimos un
trazo de mercurio.
La menciòn del oceano a cambio de una frente.
La historia del arsènico en alguna de sus narraciònes.
Luego hondos y meteoricos
los antiguos verbos buscan la hendidura donde
lo milenario cedìa al trueno entre salivas de fabricaciones
transparentes.
Columnas de extasis y la respiraciòn de un profeta
enseñando matematica en los tres puntos
que conforman una piramide, hasta allì podìa dividirse.
-Hasta allì la gnosis del triàngulo nos emparentaba
al desierto-
En todo desfiladero pronuncias los septimos cielos
cubiertos de acromiones. Y lo hacìas con mapas vegetales
de altoestratos donde la divinidad decidiò que ya no
nos dejarìa ver el follaje; proceres de campos micelios
recibìan barcos de hifas para suspenderse en un
valle hibidro de encantamiento y
astronautas.
Bridas y marismas en conjunto exhortaban latigos en
una situaciòn de polos.
Pero luego de los desfiladeros està la arena.
Ya no habìa oràculos para preguntar por el
color de la nieve.
Ya no existian mas cartas para ver
un meridiano.
Dormido en los medanos las astillas
llegaban con el color del vidrio en sus tornasoles.
Y ello se convertiò en todo nuestro
prologo.
Guillermo Paredes
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