sábado, 7 de diciembre de 2013

Poesìa






No recuerdo las cosas o los dìas
en que el poema llegò a tu corazòn.

Eso podrìa describirlo la objetividad
del lenguaje.

Yo sòlo soy un hombre de vanidades
y sentimientos.

No podrìa hablar de esas cosas o dìas: 
menos cuando hago poesìa.

Conozco tu corazòn por latidos, màs
que por palabras.

Lo conozco porque sè que es capaz
de llevar al hombre a donde nunca ha ido.

Gracias a su espiritu, sabemos de
acantilados, contemplamos precipicios,
acompañados por algo extraño: el amor.

En todo amor hay un suicida: es tàcito
como tautològico.

Pero sè un poco de tu amor porque
en èl aùn quedan cenizas.

Porque es capaz de renacer en la memoria
historias que habìas olvidado: seres en ella
que no volviste a ver, despiertan. Seres 
que no veràs jamàs.

Sè del corazòn porque tengo algunas noticias:
una de ellas menciona que no hay otra cosa
capaz de llegar a lo imposible.

Nada puede intimidarlo. Asume riesgos y 
cucarachas. No le importa la razòn o la locura,
los puertos, los jardines. El amor conoce 
perfectamente todo aquello que recorre
la tierra como una maldiciòn.

Y no hay nada màs hermoso que una
maldiciòn bajo la noche cuando grita.


No puedo hablar del poema cuando
a travès de la realidad toca tu corazòn. 

No conozco su lenguaje.

Yo he vivido todos los dìas de mi vida
intentando oir aquello que vibra como latido
bajo el pecho de los hombres.

Y cuyo espìritu, sòlo puede sostener
el amor.


Guillermo paredes mattos

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