martes, 17 de diciembre de 2013
La Bengala de Pubis
Nadie conoce el fruto de limòn donde
duerme, ni las faldas de madera
que cuelgan del ocaso.
Nadie exactamente, entiende el crepùsculo
hasta que convierte su corazòn
en marea.
Ni encuentra las palabras...
Nunca veremos el escarlata de un pomulo
tan cercano a los cabellos
trayendo consigo la
intenciòn de toda
reencarnaciòn
croata.
Ni el demacrado hedor de la lluvia
despuès de largas dinastìas con
la noche: asi descubrimos
las cosas que reptaràn
para siempre
en nuestras
manos.
No podemos hablar de la clase de torpor
en el tren, ni su silabeo de columna
o mayòlica desconocida
entre insòlitas
escencias.
Nada puede ubicarnos junto al helecho.
A la continuidad le sigue el devenir
uniendo trozos de piel
y pensamiento.
Luego, un pubis logra colgarse
de una bengala.
O la situaciòn de la luz es
ecuatorial, pero no en sentido
de praderas.
Todos cuando escribimos estamos
descifrando bosques.
El silueteo de los origenes celestes del
mundo.
Del paradero y la coraza.
Del sermoneo y las intensas
serenatas de acido
en un seno.
Nadie entra a la ola vencido por
las helices del megaterio.
Ni edifica un sueño mientras
el mastil destruye su cristal
segùn la miscelania.
O los dioses de aceite
enquistados en
el agua.
Subjetivamente melancòlicos.
Guillermo paredes mattos
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