domingo, 1 de diciembre de 2013
Poesìa
Nadie habla de estadisticas.
Ni consumaciones ni centinelas o
quimeras revelando junto al reloj la
hora de la sangre: eso no existe.
Mira como enumera la lluvia
el sentido de las venas, el
silencio del desastre.
El apogeo de la abominaciòn.
Pero, intento ser cultural ahora
que la luz se acerca a los techos.
Ahora que una llanta es la boca
de jarro o el jinete
se desmaya sobre artificios
-los màs comunes-
que toca el ser en una laguna
cuando labra.
Y la materia desplazada
por un ortopedico canto llegado
del lègamo, con citas de nieve
y espaciado craneo de
escarcha para que nuevamente
logremos percibirnos.
Estructuras de lampiños trenes
por las coordenadas del
rito, el azur sobrenatural del
pàjaro en el velero del tren
insunuado por un vagòn de
interines y botellas, todas
con un parto de estereotipos
que la figura del mitologo
ya no resume. Sòlo las observa.
Y duerme en ellas como
un cliche de plastilina
recomendando el paso de
los cantaros en el lomo equino
de la nebulosa.
Cuando el mar y todo lo que
ves son sòlo una galaxia
mostrando uno de sus senos.
Cuando esa galaxia es
una coartada de siameses.
Pero seguimos creyendo
en la suciedad de sus uñas
sòlo se agitan metròpolis.
Y sòlo nos alimentamos de
ellas.
Guillermo Paredes Mattos
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