domingo, 29 de diciembre de 2013
NIhilismo Doméstico
Poseo un límite.
En él sugiero las cosas que aprendieron
a vivir conmigo en esta casa.
La mirada de un animal
herida siempre por la belleza del silencio.
-uno intelegible, con pocas razones para
anudarse o morder-
Alguna vez el ladrido de su coherencia.
Alguna ocasión esa tan desdichada
ante la ilustración o los
martires.
Poseo mi dicha tan mortal ante ello.
El sueño del ángulo en las paredes
de perpetuar en
su espíritu la vida de una araña: un espíritu
sin reinos ni tribunales.
La andanada de una léctura.
Aquella que debía ser tácticamente la
mas dicifil.
Lo incomprensible como el ojo
de la lluvia trayendo una exegesis.
Mi estrategia sin soñadores ni alamares.
El sentido del oro descabellado.
Un mesa donde las moscas conocen
más que nadie mi rostro.
El sueño de un gato dormido sobre
los cuadernos para que sea ese sueño
quien se introduzca en ellos.
Eso es algo que no veré.
Algo doméstico y gnosis
de ventanal de un camuflaje
alertandome de diluvios proximos
como la sensibilidad
del escarlata bajando por
el cemento.
Quién sabe a dónde.
Un limite.
Como todo hombre forma una
historia se ira extendiendo
por las celulas de mis
mochilas
no será amparado mas que
por ladridos y
oscilaciones que aceleran el paso
de una barbarie
sentada en la mesa a conversar
conmigo.
Esa es mas parsonal.
No abre puertas.
Sólo es meridiana, menguante.
Un letrar femenino de su instinto
labra ontológica en ella
las nebulosas de este paraiso
domestico.
Un letrar herido por el sol y que
sólo puede amarse.
Pero no soy un perro.
No soy el gato que duerme con
una serpentina sobre los
absurdos del poema
sentado sobre
una mesa.
Ese es otro nihilismo.
Guillermo Paredes mattos
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