domingo, 20 de marzo de 2016

Sobre una Luz que Asciende







Esta huella serà siempre un àrbol.
Buscarà los sonidos a travès de las hojas.
Serà comprensible mientras el mundo dibuje
una cadena y las espatulas vaguen representadas
por un manifiesto de sol. Por una
pronunciaciòn.


Tendrà un caracter.
Proporcionarà coherencia a los trapecios siempre
y cuando estos los compongan meandros.

Impulsarà a los perdigones hacia una
casa de estelas donde la infancia es siempre una
interrogante entre los elefantes y los
alfileres.

Y en ese àrbol que siempre serà una huella
buscaremos los alfiles, las lineas oblicuas encerradas
en una horizontal, la diagonal del tigre en los cabellos donde
brotan los naipes y las ramas
en ellos trayendo oficios y enredaderas, 
caravanas y tropos donde la
ligereza busca una arruga en el filo de
los promontorios, arrojados por cartas de arena
que repiten en sus puntas
noches de grasa en las celulas de los sacrificios; todo
esto en una duna.

Bordes de piastras.
Roces de lumbres en una mañana de eglogas
rozadas por una brisa de ceniza
o un nombre lleno de 
botines.

Parsimonias de estelas con estrenos
de dociles percusiones al lado de los callejones
metamorfoseandose en una alameda.

Estaciones de intuiciòn que bajan por la
noche sin alguna simetrìa.

Historias de ejemplos con un monòlogo, disciplinado
y escenico en un rigor de espejos, inclinandose
-siempre inclinandose- a un cortejo de
lamparas.

Sobre una luz que asciende.





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