martes, 29 de marzo de 2016
El Helio Amarillo
Hay una helio amarilla por donde pasa una calle.
Existe una ciudad en esa labor llena de abanicos.
Los sauces miran desde los jardines la noche.
Observo tambièn que hay navegantes y osamentas.
Ciudades donde el destino caminò con una mandibula
en las cabelleras, junto a un erotismo de sentinas.
Presagiamos en algunos movimientos un estreno.
Una ciudad de unguento en posibles enredaderas.
Una estaciòn de claveles prohibidos por las citaras.
Abanicos donde el pavimento es de camisas y reos.
Sobrenaturales espejos entre las dimensiones de astros
catapultados a las sienes por invisibles fantasmas.
Veleros que en la continuidad desplazan una mejilla.
Tallos donde el coral empieza el traslado de sus estalactitas.
Cabañas de numeros gitanos en la sensibilidad.
Unciones de tactos junto a simulacros de bordes.
Estrellas que entre nosotros se alimentan de obuses.
Multitudes de barro en las campanas de una araña.
Formaciones de liebres en las amarras de un silo.
Acantonadas esquirlas de nieve en los cuellos
donde se exilian mentones como una carta.
Valvulas de incienzo en un grito de copas y bronce.
Ensenadas de cigarras que beben de una catapulta.
Melancolìas de prologos en las lineas de las manos.
Hay una labor amarilla semejante a una densiometrìa.
Una escafandra en los terminos que llevan un patio.
Hay un dragòn escondido en los espejismos de zinc.
Entre aquellos que queman las palabras todo esto es
nada màs que una iniciaciòn a los mentones.
Una cita fugaz con los paraderos donde respiran las
gaitas de los ambulantes.
Y las tectonicas placas de los gemelos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario