lunes, 7 de marzo de 2016
Encuentros Visuales
Has tenido un encuentro visual con las
hojas. Lo sé por que no es usual que una luciernaga
construya un edificio, ni lo haga a base de
racimos.
También lo sé por un vaticinio que retrasmitimos
desde el sueño a la realidad como un acrostico.
Y yo he pensado en días de albuferas. En
mantos de colinas. En poemas que no terminan de
escribir aquello que aguardo.
Pero qué es lo que quiero.
Què es lo que quiero cuando poseo encuentros visuales
con las gaviotas, estas me dicen: no basta sentarse
sentarse en un parque bajo arboles y aves.
Asi no se llega mas que al árbol y al ave.
Yo debo desengañarme
-por lo general-
a diario. Creo que asi tendría mas ocasión de buscar
y perpetrar un verso y una oración en él que llegue mas
allá de donde escriben los jaguares, entre cintas de
petroleo y jeroglificos.
No es suficiente tampoco encerrarme.
Decirle al sol o la marea que debería conversar con mas
frecuencia con ellas. Pero en esas versiones de mi mismo, donde
fungo de poeta, mi intención de escribir se prolonga a veces
hasta el alba y ya no me quedan palabras para el sol
o la marea.
Aparte de todo esto desearía ser un ciclo de tallos en el
mar.
Un invierno lleno de actividades sociales
-esto no es un tanto indispensable-
en todos los alfileres del mundo.
Desearía también ser cautivado por esa sentencia que
edifican las silabas y cierran las puertas de la poesía a los
hombres.
Quisiera eso último para vivir sólo a mi lado.
Para poder entender toda la dimensión de un maullido
que en este momento logra recostarse en el aire.
Buscando -creo yo- mis oidos.
Pero siempre perdiendose solitariamente en las rafagas.
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