sábado, 19 de marzo de 2016

Ductil Absolutamente en el Eter






Te he seguido hacia un rostro.
Con el silencio que ofrece un poema, con la salida
al oceano adornada de sangre y diamantes, que no son
enteramente cristalinos.

Tomando las horas del topacio en el purpura.
Bebiendo de huestes y equinodermos en los vilos. Obsevado
por regiones de cera debajo de un torreòn, donde
las catedrales se crispan hasta alcanzar
la plastilina. 

Ductil absolutamente en el eter.

Te he seguido como a un finisimo faro de alambres,
erguido en uno de los puntos donde la luz deja de ser concava
igual que un hilo de aceite en las mejillas de un dragòn.

Antediluviana y pura entre los jabalìes. Llena de
anclas y topacios en el instante en que el destino encallaba
con su ùnico pubis en un jardìn de esmeraldas.

Hasta las cartas. Hasta en ellas te he seguido
dotado de diminutas piedras y secretas astrologìas en las
uñas, llevando los diques que continuan a una palabra o un 
cadaver. 

Creyendo ver a cada instante en el verbo a un dios y
sin poder desengañarme en ese mismo instante de ello.






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