jueves, 31 de marzo de 2016
La Estela de los Bozales
Existe una esquina. En ella hay alguien
-una mujer- con temporadas de brisa en sus
cascos y mensajes de algas silueteandose en una
guarida. La mujer en ocasiones es un caballo y
en sus relojes claramente se divisan rieles.
Es una esquina de bocinas y monitores.
De craneos y algo asi como una saeta que se alarga
en los principios de un ojo.
Tal mujer escribe por la noche de sal entre los
racimos. Ella lleva una plaga de color naranja que
logra mirar el amor, lugar donde extrañamente se detiene.
Caminante de radiografìas en la mesa.
Miscelanea de huerto donde crecen las frecuencias.
Drama de pluma en los picos de un santuario.
Existe desde siglos en esa esquina y escribe de los
astros a veces. Nosotros en ocasiones le creemos y nos sentamos
solitarios en los parques para -desde lejos- ver inundaciones
de radiaciòn en los esmaltes de su boca.
Como toda pelicula esta mujer aguarda algo màs grafico
que un murcielgao durante lo nocturno, ataviado por gerundios
de numismatica y planos absolutamente orficos.
Se ha deshecho de mil lamparas y ha caminado por las estaciones
con el grito solitario de una cascara.
Marròn como una cortina ella salta a las cenizas de los
huesos.
Mira con paciencia la luz hipocondriaca de una torre.
El prefijo misterioso que tiñe su rostro de limones.
El fruto de un terciopelo que sigue al sol por la tarde lleno
de tijeras.
Existe una esquina donde aguarda una mujer y en ese aspecto
ninguna profecìa se cumple.
Todas lo que hacen es seguir el camino de los bozales.
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