lunes, 21 de marzo de 2016

El Tajo de la Amapola





Los navìos interpretan la memoria del agua.
Luego estrechan un recuerdo semejante a la 
imaginaciòn para recrearse a si mismos.
Tambièn se encuentran las saetas y los lagos.
El universo a base de silabas.
La conmemoraciòn de los rituales sòlo por
la luna.
Algo es -por cierto- fantastico, al formarse 
todas estas cosas. Estas astillas llenas de cal.
Esa actitud de la sensibilidad en los candados.
En los palacios de los iones.
En los musculos de aquello que llamaremos 
quiromancia en los reflejos de un papel.
Entre corazas de musgo y espectros.
Entre sienes de hojas y en la hojalata de la
sed un fantasma.
Luego una llegada al mar, sumergiendonos.
Una destrucciòn con alas de corneas.

Los navìos interpretan una llegada a los
barcos, una supersticiòn blanqueada por la magia.
Un lampo volcanico sobre las gruas y los lances
de los portatropas y la tierra llevando
escatologìas de multitud.

Y entonces surge el lenguaje de una cronica.
La llegada de la nieve de la boca del caballo.
La estatua en las cartas de una masacre tomadas
por la imagen; hasta allì llegaron buscando a las
lechuzas los navìos.

Ahora es hora de terminar este escrito, en èl
dejo esta historia con tajos de amapola.

Yo creo que sòlo en las dagas transparentes 
habitan los conejos.







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