sábado, 26 de marzo de 2016

Fantasìa de Grasa






La noche que empieza a disiparse.
El brillo secreto del mar en una azotea.
La postrera luz del crepusculo entrando por la
puerta entornada.

Los rascacielos de leche en el interior de 
un amuleto donde el agua bebe de la piedra.

Los sonidos del corazòn rastreando uno
de sus sueños, el màs proximo a la
ceniza y la arcilla.

Los colores de una puerta donde la madera
tambièn alcanza la textura del elixir. La naturaleza
de àrbol en ello.

Sonidos de polen en una grabadora. Lenguajes
de sal asediados por un tallo. Fieles cometas que nos
siguen a las tumbas convertidos en bronce o el
rostro de nieve en una escarapela, donde galopa
la catapulta con un microscopio ciego.

Y la ciudad de crespones en lo vesperal. Los
espejos nocturnos de muselina en la pata de una hormiga; 
aquella que desciende de las brujulas como un hombre
mimetizado con las cosas, tanto asi que ya no podemos
separarlo de las mismas.

Tanto asi que aqui vagan ideologìas preliminares
de leyes; todas idealizando una parte del verbo donde la
huella mide extremidades del plastico.

Manuscritos de perdigones en un volumen de estrellas.

Constelaciones que dicen irse nuevamente en cada calle.
El respiro que antes de la noche responde a un abalorio con
solitarios naipes.

Constelaciones que llegan de la noche empujando un
jinete de crestas a aquello llamado locura; nada màs que
un marginal suicidio de cisnes.

Todos acariciando la fantasìa de grasa
en las mesas.








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