domingo, 6 de marzo de 2016

Interior de una Casa





Era una especie de casa.
En su interior habitaba la lluvia.
Tambièn los desembarcos.

Nosotros preguntamos a esa lluvia desde 
colores que esconden los diluvios.

Tambièn terminamos de preguntar -otra vez- por la
la lluvia, pues estaba a cada instante sobre lo que
ambos significabamos.

Entre tanto la nausea y el demonio compartìan alguna
silueta. La silueta habìa sido arrojada a la gravedad
por los semidioses.

Ninguno decìa una palabra.
Sòlo la acustica de sus sensaciones era lo que se 
manifestaba.

Una especie de casa y en su interior vagaban
los molinos.

Las partes de una memoria en las colas.
La mesa con su porte de cera y yeso.

La plastilina derivaba hacia un forma donde 
emigraban el aliento seco de los peces.

Ese algo diminuto al escribir de rascacielos.
De jabalinas que cortan el aire.
De penumbras que por lo general se hacen
irracionales en una cabellera.

Nadie mas que lo diluvios la habitaban.
Tenìan aretes negros y oscilaban.

Se preparaban para los ovulos y la llegada
de los megaterios.

Consultaban a los juguetes donde el color
de la orilla empezaba.
Era una casa con plasmas magneticos 
identificado por grevas.

Un color de la arena donde cada grano era
un antepasado.

Y cada grano era
un reloj de higos muerto en la mesa.

-un ave llamada pelicano se disecaba en
ella-

Era una especie de casco.
Una forma de algo que podemos llamar entre
los diluvios.

Mientras vertices y huracanes clasifican
sus velas.














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