jueves, 10 de marzo de 2016

Se es







Se es un elastico.
Una estación que se prolonga en los buques 
del pelo.
Un vilo de oriente. Se es. Una especie de
dón que contempla la llegada de una superstición
donde empiezan las fragatas. Las frecuencias.
También nada de ello se es. Un
opuesto, el brillo de la forma del 
contrario en el atardecer, cuando una
imagen lo convierte en crepusculo.

Los himnos de un lirio que recoge del aire de
las cosas, en escencia el polen.

Se es el barco
con pocos conocimientos de oxigeno,
la cabellera y el oceano con una gnosis que aún
despierta en las sentinas con una 
radiante nervadura en sus
crestas, en los peciolos que forman jardines,
en la escritura de la sal en el rostro,
mientras oscilamos entre millones de ecos,
todos en apariencia
diseminados 
entre objetos de aire
y cuartos menguantes que encienden
una gruta.

Un molino.
Una helice que describe los circulos de un 
helicoptero sin que los veamos.

Igual que en este instante sus ojos.








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