miércoles, 3 de junio de 2015

Los Verbos de la Albufera





A veces escribimos en la medida de una legaña.
En un puerto con oraciones descifradas por la flora.
En los cuadernos que se mecen al lado de un cartilago.
En el sueño, aquel que pasa entre corrientes de seda
contemplando los volcanes. En los ladridos del sol
cuando amanece y las voces parecen de diamante.
En ocasiones escribimos debajo de los puentes
con una corola de acido en la boca, invadiendo
las astas y los perdigones donde la hojarasca
borra sus virreyes. A veces, cuando los mitos
son cipreses que imprimen en la atmosfera
jardines de pianos y naves en la conmociòn
creada por universos, entre la unciòn de las 
estalactitas. Y somos esa energìa de garua
descubierta por el mineral, ese paso que deja
de extender procolabismos, galpones o ruidos
como el que deja el interior de un amanecer
en las radas, formadas por el lenguaje entre 
puertos transparentes, donde ya sòlo se oyen
presagios en los verbos de la albufera.

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