sábado, 13 de junio de 2015
El Velo de los Labios
Veo el labio.
El velo en ellos.
Miro los palacios en ellos rodeados
por el fuego.
Por la inspiraciòn en el momento mortal
de su inocencia.
Veo el labio percibido por la lengua. El
motivo o los motivos para tocar la intensidad o
la inmensidad llegando de un trebol en aquel.
La casa de diàsporas.
El gènesis de una acupuntura donde el brillo
de los alfileres toma de noche una decisiòn; miro la
estrella azul sin una palabra en las
ceremonias de sus amuletos.
-hay siluetas borrosas entre los graffitis
que colonizan y forman-
Tambièn miro el exodo en tal labio.
Su ontologìa plana. Su historia de minaretes
que vagan por el mundo con un zapato
en las sienes; veo el elixir de un
pergamino acompasado por
una deliciosa nube violeta
encaramando
un purpura.
Ese labio donde quedan ignotas, algunas
naturalezas.
Su universo donde estructura el ingenio
una ingenierìa sin dones
ni racimos de crepùsculos, fabricados
inutilmente por las cupulas. Veo el tordo
que empieza a construirlo.
Veo el pensamiento en ellos como
un predicado que no alcanza el sujeto,
el suero de la anilina en un borde, la
canciòn automàtica que significaba
en la oraciòn, la vesperal caida de
las uvas.
Veo la boca a la cual pertenece.
La herida siempre abierta en èl, porque
esa es su condiciòn...
No es necesario que sea llamado
maleficio...
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