martes, 9 de junio de 2015

Volumenes





Cabellos de verde y
sobre siderales veredas una estación
con una citara en sus coplas
inventadas por la noche, bajo un 
verano de estrellas.

Cabellos como ese verano asordado en los
patios, donde verosimiles fiordos encrespaban 
el agua -vaporosa a veces- silenciosa como
un peine llena de envolturas y copos, en otras.

Y entonces la historia del polen en el
peso del marfil, acompañado de lucidas filigranas
de barro; todas extranjeras en el verso junto
a una ironía, donde los utensilios
se arrastraban entre cosas terrestres
y las herramientas
desarrollaban una luz al pie del prologo,
en una habitación vidriosa de idioma castellano, 
con estrofas de trenes.

Pastoreaba el salmo. Pastoreaba el salmo
los cines que una ciudad dejaba en los nombres eruditos
de una cronología, infectada por el oceano
de mareas.

Y los oceanos, localizados al frente del coral,
llenos de velamenes y acuarios; legendarios como
un mediterraneo indice de tradiciones, donde caen los
nucleos y los bodegones entre tizas azules
de limites.

Y hasta en los ecos
llegaba la distancia de un quiste, el dinámico cielo
del flanco, la barricada de plata en las sienes,
donde alguna metamorfosis era de 
iridio e impregnaba el oceano
de doctrinas y santuarios.

Y bajo la piel de ese oceano.

Bajo la piel de ese mar...Los
volumenes.






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