jueves, 18 de junio de 2015

La Tradición del Presagio





Te ví en un país de atletas.
La ciudad era la misma en los cabellos 
de arena.
Los crucifijos despertaban al relente
renaciendo por la tarde.
Lo hacían sobre notas que prolongabanse
entre notas de eucalipto y platino., de nombres
formados por el sueño. Te vi, disecando
ciudades de enredaderas esparciendo 
en las avenidas límites de nieve
sobre las hojas.

En un país de báculos
-difrente en absoluto al de atletas-
donde las citaras recogían el olor podrido de
los tulipanes en el agua.
En libretos de horizontes reflejando un manantial,
un episodio religioso con marismas
de lluvias.

Te he visto. Los jardines encanecen en la
inmensidad del hierro. Tragedias como la flor sobre
el cuaderno, respiran racimos de encías
sobre los puntos. Brillos clasificados por el oceano
dan pie al verso de los amantes sobre un
acantilado de asteroides, de espinas que duermen
en el sueño de los planetas observando la noche, el indice
de los idearios en ellas, con una presente cronica de
lámparas, de candiles que avanzan hacia
el sur con un travesaño de seda en 
el oido.

Y una tradición de absolutas astromelias en
su presagio.










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