sábado, 6 de junio de 2015
La Piscina de Cobre
Sabemos que esta es una noche, pero
no està completa sin sus talismanes.
Empiezo a arrancarlos de mi cabeza.
De una efigie de prolipopileno en mi
frente.
De un prisma en alguna orilla de mis
sienes.
Pareciera que subitamente el poema
quiere encontrar mi craneo.
-mejor si està desnudo, sostiene-
Pareciera que dios va a llegar màs
tarde que lo acostumbrado y mientras
lo aguardo, recojo una de mis uñas.
Un gato juega con ella cerca de
mi oido.
Un gato juega con ella entre paraisos
de rinocerontes.
Es el mismo gato que formò planicies
alguna vez al flanquearse a si mismo.
Es la misma bestia hervibora de una
mordedura.
Debo decir que tal gato camina austero
y sobrio, con un lejano poder que sòlo
en su caminata puede ser definido.
Los pisos de mayòlica tambièn son
azulejos, una raya de tigre, una tiza de
nieve que nada màs podrà escribir en el agua.
Esta es una noche, un poeta lo sabe porque
no hay otro piano.
Y es mejor que lo sepa, para no quedar
encerrado en sus verbos.
El verbo tambièn es una maldiciòn.
Y todo verbo tarde o temprano se encrespa
en los coloquios.
Y entre paseos y paseos por una piscina
de cobre.
Tal poeta se ahoga.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario