viernes, 5 de junio de 2015

El Arbol Negro





El árbol negro sube al prologo.

La juventud en la arena de la mitología
se llena de gametos.

Y entre ambas oraciones, la ritualidad de
una casa donde los hombres edifican cabellos,
el origen de la naturaleza y el espacio de
adobe, donde incursionan las flautas
con adoquínes de topacio.

Simulacros de acido que cortan los labios.
El matíz del presagio en los hechos de una avioneta.

Se circunscriben los objetos a dinasticas cofradías
de musgo, donde el diluvio ondea.

Divisiones antiguas de pretorianos caminando
hacia una efemerides.

Antiguedades de plantas colgando de dragones.

Plantas enriquecidas de calcio y las delgadas
membranas formadas por los clanes
en el viento.

Laminas de nucleos sobresaliendo de 
una mecánica que entre todo terreno, es 
proteina.

Conjugaciones violaceas y mestruaciones
de ambar, bajo el alamar y el recorrido de la
alhambra aún es nuestro como los
primeros girasoles del poema.

Se desatan peninsulas de mercurio en los
jinetes, en la perspectiva del vapor, en el horizonte
donde cimbrea la escena de gasolina
su meseta crepúscular.

Sintesis de geografías que describen sus
megafonos de madera en un ciclón
de esquirlas.

Sintesis de un universo donde las cosas
quedan en silencio para saber con exactitud la
llegada del postrero sonido.

Ese que acompaña al árbol negro cuando
sube a un prologo.









No hay comentarios:

Publicar un comentario