domingo, 7 de junio de 2015
Poema
La sala de patios en el interior del oriente.
El presagio antes del destello en la alambrada.
Un lienzo y nuevamente el friso. Màs allà
los recursos -estilisticos- de un parque, el
nubarròn esqueletico y el hecho soprano de
la percusiòn, donde no sòlo los sonidos son
quienes brotan. Luego el ala blanca de sed.
El manantial donde la inspiraciòn aùn vaga
entre bocetos imaginarios, museos de lienzos
donde resucita una idea con vocaciòn de
estrellas y estivales platinos entre virajes;
era el sueño donde las cartas empezaban a
desencadenarse y la reminiscencia era
una efigie cuya mitologìa borraba sus
capitulos, las estrellas cosmopolitas de un
valle, el devenir blindado como el soplo
estructurado del velo, mientras dos
infinitas oraciones de inmensidad se
encuentran. Dos oraciones perpetuando
el infinito de una insolita isla, allì una
historia como la luz y un calendario como
la nieve se juntan, suspendiendose en
la esquizoide muerte del rayo; la sala de
patios donde el platino toma un juramento
del salitre hasta lograr ser escencial,
sustancial como los objetos que incendian
una raìz, quemada hasta llegar a las cenizas
en toda tempestad en los labios.
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