No conocemos cuanto hay de brisa
en esta página y cuanto hay de verdad
en sus palabras, dibujandose como
estertores en sus silabas dejandonos
como un sello inevitable -a la vez- de
otro mundo.
otro mundo.
Y si observo en el tallo no he llegado
a saber quien poetiza sobre el verde o
en la ciudad de pigmentos, donde
otros matices se bifurcan buscando
remolinos, casas, himnos mortales
de pudor en las frases, donde los
hombres se agitan como el plasma.
Feromonas de cefiros que caen por
la boca, verosimiles espacios de
palmeras donde los desfiladeros
estimulan navìos de plastilina.
Hasta aquì las cumbres son un
sueño insurrecto, la incursiòn y el
deseo de vivir como un heteronimo
del alma.
Bancos de agua representados por
el sortilegio, embarcaderos de plomo
donde seguimos alfileres con ensenadas
de instinto, albergando furiosas laminas
de deseo.
No podemos deducir el vibrar de esta
pàgina, su tonno y el camino hacia la
orilla, con expresos fervores iguales
a lo autoctono y la identidad de los
muñecos entre flores de marionetas.
No conocemos cuanto hay de brisa en
un poema. Cuando hay de sal o agua
en el. Sin embargo una de las pocas
cosas que podemos afirmar es la
siguiente: si lo dejamos frente al mar
desaparecerà de nuestra vida.
Porque de tantas olas que vemos en
èl.
Hay una que lo espera.
en la ciudad de pigmentos, donde
otros matices se bifurcan buscando
remolinos, casas, himnos mortales
de pudor en las frases, donde los
hombres se agitan como el plasma.
Feromonas de cefiros que caen por
la boca, verosimiles espacios de
palmeras donde los desfiladeros
estimulan navìos de plastilina.
Hasta aquì las cumbres son un
sueño insurrecto, la incursiòn y el
deseo de vivir como un heteronimo
del alma.
Bancos de agua representados por
el sortilegio, embarcaderos de plomo
donde seguimos alfileres con ensenadas
de instinto, albergando furiosas laminas
de deseo.
No podemos deducir el vibrar de esta
pàgina, su tonno y el camino hacia la
orilla, con expresos fervores iguales
a lo autoctono y la identidad de los
muñecos entre flores de marionetas.
No conocemos cuanto hay de brisa en
un poema. Cuando hay de sal o agua
en el. Sin embargo una de las pocas
cosas que podemos afirmar es la
siguiente: si lo dejamos frente al mar
desaparecerà de nuestra vida.
Porque de tantas olas que vemos en
èl.
Hay una que lo espera.
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