sábado, 13 de junio de 2015

Lenguaje del Mar







Habla el mar: fuì convertido en agua
por los dioses: yo era un continente donde
otra raza de mamìferos viajaba y escribìa por
la noche de la lluvia.

Sobre los cipreses donde vìvì, crecieron 
una y otra vez las palmeras, la autoridad del 
eter hizo una y otra vez de una flor grotezca, ese
tallo que llega iluminado al invierno, con blandas
gaviotas abriendose paso entre jinetes de 
latrocinios y abominaciones.

Extraños mitos sostenìan mi casa. Supe de
astrologìa y yelmos segùn las estrellas al colgar
su carne o al invocar fogatas que conjuraban
la espuma.

Yo soy el mar. Tengo episodios que se repiten
hasta crear uno solo. Poseo ciudades derritiendo la
amalgama y el mercurio. A veces llego a esas 
formulas, donde las traversas son dibujadas
por una pisada de rieles en el pecho.

Llevo bahias y peninsulas en casa una de mis olas,
descubro fosiles y envergaduras segùn los yacimientos
de la experiencia en las crestas y resacas. Hablo
a diario del sol con un delfìn estampando sus 
eslabones en una de mis mesas donde eso
que llamamos inspiraciòn, logra reconocerce.

Mi rostro es la apariencia del jade, tengo dìas
que no viven demasiado, cartas donde la divinidad
vuelve a la orilla para sentir las huellas de un hombre
sobre la arena. Canto a los aparejos del vidrio
muerto en un pàjaro con ciudadelas de pez
en uno de los travesaños que sostiene el
destino en los muelles, alumbrado por
una caparazòn de telescopios.

Yo soy el mar. 

Y no porque asi fuera dictado por los dioses.





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