martes, 2 de junio de 2015
Poema
El amor es una calle.
El amor es un poema que a veces se trasciende
a sí mismo, pero sólo a veces.
El amor es integral segun la orientación de los
viveros una mañana de aspas.
Es un lugar amarillo.
Un invierno donde se juntan dos aguilas.
Un mastil velado por la chimenea una noche en
que somos más nocturnos que veteranos.
El amor no es ciego como sostienen los clarividentes.
Es latin y romano.
Lleno de murcielagos como los angulos de las
bolicheras.
Tiene musgos, tiene anguilas.
Descubre tenedores en cada despliegue y cables de ozono
iguales a la obediencia, debajo de sus calaminas.
El amor es un felino de aire.
El amor es una carta, donde la penumbra
duerme con sinuosas estampidas de galerías en sus
palabras; no todas llevan el hermetismo del
verbo.
Arrienda soplos.
Cubre estepas. Cuelga sobre direcciones donde
la posibilidad de la melodía es inaudita a
pesar de la intensidad con que
el espacio lo devuelve a los racimos.
El amor no es la parafrasis de un reflejo entre
la inteligencia ni el producto de la
subjetividad mientras es paralelo a una conciencia
de granizo.
Una conciencia que es polar.
Y lleva contemplaciones semejantes a las que
poseen los osos.
El amor es una marioneta.
Una puerta donde la vertical de la puerta
se inclina.
Y nosotros la seguimos confundiendo con el
horizonte.
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