domingo, 19 de abril de 2015

Poema





La ciudad duerme, igual que la madera 
en el àrbol o el brillo en la piedra bajo este 
nocturno solar que es de gema y recorridos de
zafiro abrièndose paso entre bandadas de 
murcièlagos.
Veo el tiempo del lampo entre los overoles
que cuelgan de travesaños con sus puntos raidos
y alguna historia de pavimento en los bolsillos;historia
que tambièn es de cera.
Pienso en las cartas de los barcos a lo lejos
que tocaron una puerta. Medito en los seres que
habitan cada purgatorio de brea y recorro
desde la razòn el universo arrancado
a las sienes, con ecos y candiles 
que llevaron a mas de uno por la penumbra o
por la oscuridad, miro a la muchacha de aceite en
su cita con los demonios, al hombre con su 
ùnico naipe en la mano y el espìritu
del destino a su lado sin jamàs
mostrar su rostro. Veo el empedrado por 
donde nunca volverà a pasar el maleficio de un
otoño gamado de perlas en las frentes.
-de cada una descendiò un cuadrado-
Veo la cuesta por donde los huesos estàn
encerrados en el eje mortal de 
una cosmogonìa donde
escriben de noche los sudarios y hablan
de cosas como la noche, de veredas semejantes
a los idilios donde la tragedia es un
paramo distante, lejano en sus
constelaciones, tratando de
abrirse paso con otras
a traves de las 
galaxias.


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