domingo, 12 de abril de 2015

Navìo




Era el navìo.
La hora seca de la trama se imponìa como un juguete
cuya sombra daba vida a la tempestad.
"Yo vivo en esa aurora donde el crepùsculo
baña su antiguedad" -decìas- 
"Yo vivo en los margenes donde las ciudades
desarrollan sus trances" -contabas-
Y en las aguas donde se sostenìa aquel navìo
la historia mutilaba los nombres del lenguaje 
con los cuales llegabas,
con los cuales reconocìas los objetos, el 
desembarco, los frutos de las heridas como un 
ambiente por el que tus circulos
reiteraban que el paso
del tiempo podìa 
reducirse a un manantial, a un continente
sin capitales, ni nombres de oidos, ofreciendo a
la noche el siseo de los timpanos, 
las brùjulas de un sonido
empujado màs allà de tus pasos, mas allà
del filo donde se edifica por si mismo algùn sueño
y escribe una primavera a los animales
de què palabras estàn hechas los
navìos.
De aquellas que confirman alguna u otra cosa.
Y aquellas que ya no responden.





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