miércoles, 22 de abril de 2015

Sobre Dos Supernovas





Larga la tierra que inunda esmeraldas de soles.
El enigma de un vaso oculto en un cadaver de platino.
El mundo inundado por una introducciòn de reptiles.
Extraña en la balada de una serpiente, cuando mira
el horizonte.
Silencioso el castigo de los espejismos donde el amor
no puede rozarnos.
Y los campanarios sumidos en las tijeras de una mantis
parecen celebrarlo,
con castigos y botellas de cobre insertandose en un
paisaje de morteros ideales.
Ajeno el universo y en lo que a nosotros concierne, la
conjetura amarilla del otoño; esa que vaga
por los parques y hasta el rey amarillo junto al alfil
quebràndose como una marioneta camino
hacia los manantiales.
Misterioso como un mustelido del norte que puebla
las algas ebrios de revelaciones.
O los portes de una exègesis, en las que mitad de un
edificio salta al mundo de los fòsiles
con su posible encuentro con los dragones.
Extenso el pentagrama donde el diluvio narra su 
musica para un portatropas.
Mitico el gas sarin del heliotropo.
La conjugaciòn temida de las tinieblas desprendiendo
sus naipes del arrobo.
Verosimil como los parpados de una cimitarra en el
desvelo del helio.
Mantico el sudor de una espuela en la crin de un
cosmonauta que mira el cielo desde un sueño improbable,
uno -quizà- linguistico como inmensa literatura de sol
que se quema seguro de una supernova.
Semejante a la vida, camino de esa
otra supernova:llamada muerte.








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