sábado, 25 de abril de 2015

Lenguajes Secretos





Un lenguaje.
Una tierra donde los bosques encontrarìan sus parpados.
El eco verosimil, el jardìn en la garganta con
una superficie de buzos
donde la existencia se despide de la razòn con un tono
filosofico de purpura llamado tarde, allì
las atmosferas pintan abominables dibujos de
huesos.
A la vez el tiempo uniendose al conocimiento de las morgues,
los leprosarios contando las estaciones desde 
una fragata.

Un lenguaje con todos los perihelios de la lluvia.
Desatando espantapajaros que disciernen en las maderas
como metaforas de zafiro en la conciencia
de una bandada.
De los muerdagos.
De la construcciòn o la hipotesis de quien roza
los astros desde una cabellera y la fotografìa 
a mansalva de una bala que regresa
al tambor del revolver.
Y junto a ese lenguaje el primer desengaño.
El olivo abierto de los tordos.
La inocencia con voces de resacas.
El punto de sangre sobre el eslabon, el ministerio de
la nutria jugando en el yelmo del sobreviviente
entre conjuntos de industrìas
evolucionando hacia el hierro.

Dìas de ilusiòn donde el horizonte arrastra
los puertos hacia maquinas de cera,
dìas de fantasìa como los reinos encerrados
en el corazòn del jaguar
y la mitologìa de una primavera azulada
en sus ruinas.

Un lenguaje. Dorandose en las sienes
de una revoluciòn.
Implacable en los tejados de las cosmogonìas
donde el recogimiento susurra
en el limbo, donde los vocablos duermen en el 
latido de una campana,
donde los crucifijos no crean la necesidad ni el
himno para descubrir una incursiòn
de rieles en el verano.

Desesperadamente silencioso entre su duda.





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