martes, 14 de abril de 2015

La Caida del Dìa





El dìa cae.
Idèntico a una reproducciòn o una
escalera de cascos. Exacto en los tejidos
de un hilo, donde raspa y acuña el polvo, la mitad
de una ceniza.

El dìa cae. Tiene sortijas y plagas de
ilusiòn como toda fantasmagorìa, posee
casas y barcos hundidos en el aire, aumenta el
sonido en los significados de dios y aquellos
que opuestos en un angulo del oceano,
crecen como elementales figuras
de otro fuego.

Lleno de metaforas y tobillos
sube al nacimiento de cada botella. Absoluto
en los mensajes que van del sentimiento a la duda y 
la comparaciòn de una rama con la madreselva
dentro de la mirada de un aguila, persigue 
atroces ojos de celulas en al
aura.

-tambièn en direcciones de heliotropos-

El dìa cae lleno de gruas.

Con dedos de batracios y peces de pus en
sus coloquios, abstractos como el 
amanecer de un paraguas o el
inicio de la tempestad en
el gemido de colosales
puertas de hierro en
el vidrio.

El dìa cae como un hialino oligarca.
Lleno de sienes y alimentado por lo que no
esperamos.
Accidental y sinuoso como lo personal 
cuando gira entre los adjetivos.
Antropomorfico desde la carne de una bestia
en los hospicios romanticos 
de sus pavimentos.
Gelatinoso como el oxigeno.
Radiante desde ningùn holograma.

El dìa cae igual que un puerto de diluvios.
Mitogràfico.
Lleno de dirigibles y tomas de nieve
en las dagas.
Como un escarpin que vuelve a enumerar
en su minima historia 
la edad de plastilinas y daguerrotipos.

Cae,
como quien desnuda swasticas entre los
terciopelos.








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