miércoles, 29 de abril de 2015
Enciclica de Hidrògeno
La poesìa camina por una clavicula.
Luego se dirige al mar porque piensa en
los planes de la idolatrìa; el dìa es un sol que
parece un vestigio.
Y todo se hace tan arcano
Todo conduce a una sensaciòn milenaria
que hasta nos volvemos antiguos por un instante,
casi ancestrales al sentir y razonar,
de idear segùn los lenguajes de la piedra
y los musculos,
de lo ruin y sagrado en la carne del aspa
donde los griales ascienden a los cisnes escarbando
en los neumaticos,
en los compuestos quimicos
de un verso, con hipotesis que llegan del hidrògeno
y las fases del otoño en una enciclica
de vidrio.
Conjuntos de sed ahora que cruzo una hoja.
Equilibrios de la edad que posa sus cuentos en una
vieja armonìa con las ceremonias
donde la libelula es insomne
en los planetarios, alli se humedece la nada
alli este otoño donde las moscas quedan adheridas en
una pared de agua para siempre, donde los
caballos identifican el paisaje
de hierro entre los
sobrenombres
y homonimos o las grutas donde el neologismo
analiza la escencia de un poema que
llega caminando por una
clavicula, renacen entre las iniciaciones.
Igual, casi exactamente igual que los misterios.
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