lunes, 15 de septiembre de 2014
Versatilidad de un Demonio
Nunca he sido elastico. Eso es para
los trances.
Ni conjuguè alguno
de mis soplos como lo hacen entre
cantos de nieve cualquier exorcismo.
Yo quise ver al diablo, asi que debìa
alejarme de todo.
Con el tiempo el diablo
descubrio que yo y alguno de mis
ojos deseaban catapultas. El otro
vivìa emparentandose a las
sienes.
No sè a quièn o a què le debo la
versatilidad con que el ente desvanece
su visiòn del paraiso.
-asumamos hoy que el paraiso es
poema-
Yo quise ver al diablo, sòlo me
bastaba arrastrarme en una hoja, tomar
el sol por alguna de sus mejillas,
buscar un escalpelo u oir el
grito de los paleontologos
en la runa junto a los
colosos y adherido
a un paraguas.
Yo quise ver mandràgoras o nictalopes
que evolucionan a los huesos
sin mucha arquitectura pero
con muchos sesos.
Y exactamente
como pasa en una uva, intentè
que el tiempo de la siega
no llegara a los precipicios
con la balada màs secreta de la
epifanìa.
-toda uva es màs que religiosa-
Yo quise muchas cosas para el mal
antes que se convirtiera en poesìa.
Eso lo sabe muy bien un demonio.
-no es lo mismo que el diablo-
Tambièn lo sabe lo divino.
Dios a veces es la màs poderosa de sus
cartas.
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