sábado, 13 de septiembre de 2014

La Oraciòn del Meandro





No es como la tierra
de un amanecer con las mismas incognitas
desplazandose hacia las preguntas.

Tampoco como los helechos en las
gargantas de un ideograma
cubierto por medusas e insecticidas.

No es el parque donde los gigantes
dormìan acurrucados entre los colosos.

Ni el espìritu del oceano recogiendo
la lluvia de los baldes.

No significa un puerto donde el diluvio
reconstruye las espirales del
mitòn y descansan las astromelias...

Mucho menos la tierra despertando 
entre la gravedad igual que un hombre.

Ni el mediodìa ni los semiciclos 
del atolòn orientandose a los huesos.

No es la metafìsica de la escollera porque
nosotros vivimos entre astronomìas
para morirnos.

Tampoco el recogimiento de la muerte
cuando entra en trance en la existencia antes
de encontrarse con los telefericos.

Ni la proporciòn de los sistemas boreales
ahora que podemos cantar sin birremes.

No es como la tierra
donde el hombre siembra castillos
para despuès arrancarlos.

Ni el polen que adivina entre los
manantiales el surco por donde el agua
huirà para convertirse en rìo.

Ni el meandro en la playa que
al intuirlo...

Lo reclama en la distancia.






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