viernes, 19 de septiembre de 2014
Astrologìa Parietal
Me organizè segùn el mundo.
Busquè una expediciòn que fuera semejante
a los lunares.
Despertè sin una oraciòn en los labios y tuve
un telescopio de saliva dirigiendose a todos los
menguantes.
Por lo descomunal preguntè inutimente en
las sìlabas. Fui tectònico como
un pez nativo.
Digerì sacramentos y algo de regiòn septentrional
emigrò a fuentes donde nombraba el archipielago
todo aquello que entre dromedarios se une
en el yelmo.
Me arrastrè entre terrenos
invadidos por novelas y en el secular
desarrollo de las plantas màs
grises.
Fuì el secretario tàcito y mortal de
un caracter, de mi personalidad sin tiendas.
Vì ejercicios laboristas
de precocidad en los cabellos esotericos
del moho.
Conservè la monarquìa del termitero
o los grupos occidentales de barro
y asambleas donde discutense
autores modernos de monografìas.
Avanzè en los moluzcos varados en la
orilla y pènsè què serìa de mì
sin sus catastrofes.
Maximalista de mandibulas o torres
que anidan en el pecho.
Mi craneo fue comùn
a una ceremonia de dirigentes
preguntando a la soledad de los
espantapajaros.
Difundì pinturas entre los cuervos
y hasta la llegada de la primavera
descansè en una cabaña
construida por la hegemonidad
de industrias que elaboraban
azafran y pinos.
Como una asonada neolitica de trovador
cronològico, ascendìa la lluvia
sin embarcaciones dotadas
de rayos.
Escribì de dimensiones como el oceano
que genericamente desarrolla el
sentido de la trinidad desde
un poseso y la reciprocidad paleontòloga.
Caminè por eslabones donde deja
una azotea su cosmogonìa
enhebrada por liquenes.
Todo eso hice y si mas no recuerdo, todo
se debe a las helices.
Y a las entrañas del heliotropo
en la astrologìa...
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