viernes, 5 de septiembre de 2014

La Huella de la Hormiga






Tendrìa un supersticioso poema donde
descomponerme.
Un elaborar y elaborar entre la carne
porque sì.
Un vertiginoso estilo que pudiera 
aletear. Una figura que semioticamente 
se deformara.

Caminarìa al oceano lleno de hormigas.
Escarbarìa en el alambre, con leyendas
de arabescos y somnolientos cardumenes.
Pensarìa en los hilos y como no, en 
los mastodontes.

Brocales donde la sensaciòn elabora una rada.
La coreografìa del eco preguntando a què sol pertenece
el olivo. La lluvia con o sin libertad
en un juguete.

Buscarìa el lenguaje si es que respirara
o como una cierta carta de 
tierras y espinas con morfemas eclipsàndose,
esposados por clarividentes soles
o idiomas que resplandecen
de otra noche
de otros hierros
de otras ilustraciones rodeadas de polvora.

Linajes de agua con una promesa
de nucas reinando en la atmosfera de una
piràmide vacìa.

El concepto del frìo y el abeto.

Ruidos como el fruto
en el higo o la cadena dirigiendo al manantial
el plano cognitivo o la legislacion
entre un puñal y la noche.

La parabola del agua en el cuerpo. El equino
de camellos blancos en mi boca sigue a la nieve,
al libro o el templo que irisa ningun horizonte,
ningun himno cubierto de sed
o sonatas: hegemonìas de
una linea que el trazo 
deja en el sueño 
con lampos de granizo.

Y al final la historia de una vertical en
este poema, silenciosamente
desapareciendo
en los graficos de un acertijo.

De todo acertijo creando su manantial
en el misterio...Hasta un eterno
y semi-infinito poetizar.






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