sábado, 27 de septiembre de 2014
El Cerco Profanado
Comprendo que los relojes sòlo se abren en el agua.
Que los juguetes llevan los patios hacia un adios que
suele ser muy profundo. Vivo profanando cercos para
llegar a ello y tambièn pedazos de rediles y rieles
como las que posee un mastodonte en los cabellos.
Logro interpretar que entre corales no desprendemos
el hilo que cala la llamarada de los buitres o el
atardecer donde encaminamos una hiena hacia el cielo.
Sè -podrìa mas saber- que los relampagos son clepsidras
que citan la arena en un dìa escondido: un puente y
por decir alguna traslaciòn de papiros cumple con
esa edad de zafiros, mientras el infinito duerme
o la eventualidad de los idolos me lleva a pensar
que los hechos plagan la vereda de citaras y un
lirio despidiendose de mi corazòn es un reinado
que contemplo del ion a un ciclo desde el cual
no se puede responder pero...Es invierno y como
tal, debo mi yo a las procesiones, a los pinos del
arco de manera tal que mi cronologìa sea de estas
calles moradas ante la percusiòn o los travesaños
de un idilio. Luego puedo regresar para intentar
construir otra estrofa o la conciencia de mi intenciòn
agonize . Ademas -es evidente-lo mas dorado
en relaciòn al sol es sòlo una polea.
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