sábado, 13 de septiembre de 2014
Ensayo sobre los Barcos y la Sangre
La sangre de los calendarios se marchita, por màs que
llegue acompañadas de mariposas.
La sangre de los rituales donde la personalidad no es
de la piedra, sino del sacrificio.
Donde una y otra vez las venas no terminan de entender
porque viven bajo de la piel.
Confundidas entre la carne.
Dependiendo del latido
del corazòn.
Perpetuamente. En una perpetuidad que dura el tiempo
de la vida al cruzar la distancia entre un santuario y todos
sus crisantemos.
Distancia, que sòlo cubre la mirada.
La sangre que acompaña a los ovulos y cromosomas.
Que es dependiente de nada porque vive
debajo de nosotros.
Que desprecia el papel. Y si lo recuerda lo hace entre
jardines de abejas bañados de corolas.
-es sentido allì es hermetico-
Esa sangre que no necesita ejercicios.
Que se decapita a sì misma para que nosotros la
llamemos suicidio.
Que camina entre la dialectica y lo reciproco.
Que acaricia el miocardio con violencias
de leche.
Que elabora presentimientos segùn el
preludio de un oràculo.
Que somatiza y llama a los barcos desde
hospitales psiquiatricos.
Esa sangre a la cual sòlo esos barcos
responden.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario